Leyendas

El apu, montaña y espíritu.





Nosotros, la gente de los Andes, sabemos que las montañas grandes o pequeñas tienen vida, son espíritus jefes y les llamamos Apus. Todos los Apus guían y ordenan la vida, protegiéndola.

Los abuelos nos han contado que, desde hace mucho tiempo la gente de los Andes sabe agradecer a las montañas porque nos dan fuerza. Cada Apu tiene un nombre y su propia historia que nos habla de su poder y de su espíritu.

Desde tiempos muy antiguos, la gente de los Andes comprendió que el mundo de las personas, el mundo de la naturaleza y el mundo de los dioses comparten la vida. Estos mundos se comunican y están siempre relacionados entre sí. Los Apus son los jefes de estos tres mundos, a los que guían y ordenan para que puedan convivir en armonía.

El espíritu es una fuerza que da vida a cada cosa en el mundo: a las personas, a todas las plantas y animales, a los dioses, a todo. En nuestros pueblos, al espíritu también lo llamamos animu, que es una palabra muy especial.

Cada persona, ser o deidad como nuestros Apus y Pachamama tienen su animu o espíritu; no hay dos iguales, cada animu es único. Nuestro animu nos acompaña en toda nuestra vida. Los Apus son guardianes de todos los animu y también le dan fuerza a cada uno para que así la vida pueda existir.

Los Apus hacen que cada uno hagamos nuestro trabajo, animales, plantas, lluvia.

Hay Apus mayores y menores cada uno tiene su función.

El Apu más poderoso: El Ausangate. Es la montaña más alta de toda la región de Cusco. El aconseja a los demás Apus, él tiene siempre la última palabra.

Cuando la gente invoca a los Apus siempre nombra primero al Apu Ausangate en señal de respeto. Nos está mirando, vela por nuestros animales, cuida y protege.

Por su forma y por estar cubierto de nieve parece un gigante con un enorme poncho blanco. Cerca de él hay un glaciar, allí se encuentra el lugar sagrado del Señor de Quyllurit´i (nieve blanca resplandeciente).
Allí se celebra todos los años una fiesta religiosa, llegan miles de personas del sur andino. Esta fiesta está ligada al respeto, veneración y cariño que tienen por el Apu Ausangate.

El Apu Wisq´ana es más bien una pampa, está rodeada de Apus más generosos dándole fuerza y haciendo de paredes naturales para asegurar sus animales y también crecen una gran cantidad de flores y pastos.
Es un lugar lleno de vida, sus pastos son muy nutritivos porque tienen qullpa o sal natural. Una señora llevó a su caballo enfermo, a punto de morir al pasto de este Apu, meses después lo encontró gordo y sano. Cada vez que van a llevarle animales se hacen ofrendas con chicha o soplándole k´intu de coca.

Una abuelita de la comunidad de Pampallaqta nos contó que los Apus siempre conversan. De una montaña a otra se cuenta como la gente se comporta con ellos.

Cada uno tiene sus propias habilidades y realiza un trabajo diferente.

Nos dicen los abuelos que nosotros debemos respetar a los animales si no el Apu puede molestarse.
También se le suele pedir que aleje a los zorros para que no se coman el rebaño de ovejas. Él regañará al zorro que se irá con su cola entre las piernas.

La gente busca comunicarse con los Apus para agradecerles su ayuda y protección. Como ellos no hablan se comunican por medio de señales que vemos en la naturaleza. Aunque el viento, granizo o rayo tengan su propio poder trabajan para el Apu por eso también se hacen ofrendas para que nos proteja de ellos. El clima también nos muestra si el Apu está contento o molesto con nosotros.

Dicen los abuelos que cuando vemos pasar al condor es el espíritu del Apu que nos está visitando.
Ellos también nos puede hacer regalos. Si te encuentras un inqaydu el Apu te ha regalado un don. El inqaydu es una pequeña figura de piedra que tiene una fuerza especial que se la da el Apu. No es fácil encontrarla y puede tener la forma de una animal o un alimento. Si tiene forma de animal traerá suerte y fuerza a nuestros animales.

Los Apus también nos envían mensajes através de los sueños. Através de ofrendas que les hacemos en sueños o en forma de animales o como la misma forma de montaña que nos habla.

Existen pocos hombres que puedan hablar con los Apus, se llaman altomisayuq, han sido escogidos por ellos mismos para servir de puente entre nosotros y ellos.

Los Apus usan el rayo para escoger a sus altomisayuq. Hasta tres veces golpea el rayo al que escoge. Desde ese momento son especiales, tienen que buscar a otros más antiguos. Ellos tienen los poderes que el Apu les da, son personas de sabiduría. Conocen plantas medicinales y saben curar el cuerpo, si es necesario invocando la ayuda de los Apus. Saben leer hojas de coca para poder curar y los Apus les ayudan para que pueda ver bien lo que la coca dice.

En los Andes se dice que si nos hemos olvidado del Apu el puede dejar de escucharnos, si esto sucede ya no nos protegerá y pueden venir enfermedades a nosotros o nuestros animales.

Cuando la comunicación se ha roto, el altomisayuq sirve de puente para saber que cosa le ha molestado. Él nos ayudará a recuperar la armonía que hace que todo esté en orden otra vez.

Retribuir para agradecer. Existen varias formas de agradecer a los Apus. Podemos ofrecer el primer sorbo de chicha o bebida que vayamos a tomar todos los días. Se hacen por ejemplo antes de comenzar el día, se hace siempre. Para cada cosa que hacemos sabemos que los Apus nos están ayudando.

Hacemos ofrendas a los Apus para que nuestros animales estén protegidos y crezcan bien.

Así es como vivimos, pidiendo que los Apus guien con su sabiduría a los tres mundos para que nos cuidemos unos a otros con mucho respeto y a todos por igual.